Son las 8 de la mañana en el Madrid de 2070.
Abel se levantó, preparó su taza de café, y encendió la radio. Los tertulianos comentaban las últimas noticias de la mañana, centrándose especialmente en el último dato de nacimientos: había vuelto a aumentar el número respecto al año anterior.
Abel no pudo más que esbozar una leve sonrisa, pensando en lo que le ayudaría a enfocar esa información la visita que tenía hoy. Llevaba 15 años trabajando en el Ministerio del Renacimiento, cuya labor era buena parte del éxito del crecimiento de la natalidad. Hoy se iba a encargar de ilustrar a los alumnos de un colegio sobre el trabajo realizado por el Ministerio.
La sociedad había cambiado mucho en esos últimos años: la edad media de Occidente había empezado a descender; los suicidios y niveles de pobreza estaban en mínimos; y las encuestas sobre satisfacción con la vida habían aumentado sustancialmente.
Al llegar al Ministerio, Abel observa que el grupo escolar es más numeroso que el del año anterior, lo cual no le sorprendió. Antes de empezar la visita, pregunta al profesor que los acompañaba cuántos de los alumnos eran Naturales y cuántos Alumbrados. La respuesta fue que un 55% eran Naturales, y un 45% Alumbrados. "Excelente" pensó, puesto que eso le permitiría hacer la visita más ilustrativa
En la primera fase de la visita, Abel comenzó a explicar el contexto de la sociedad occidental anterior al surgimiento del programa Renacimiento:
"Occidente se encontraba sumida en una etapa de baja natalidad, poco dinamismo económico, y la depresión era una pandemia díficil de resolver. Tras unas políticas infructuosas de revertir la tendencia a través de nuevas estructuras sociales, ayudas que pretendían paliar la precariedad, y medicamentos para sobrellevar la realidad, parecía que la solución era permitir que la desdicha siguiera su curso.
Sin embargo, la ciencia se encontraba en un momento de grandes descubrimientos. En el campo de la biotecnología, se habían producido grandes avances en la industria de carne artificial lo que abrió la puerta a empezar a generar vida a través de restos orgánicos, en una suerte de reciclaje. Inicialmente, se utilizó para recuperar la diversidad animal perdida y revolucionar el sector primario. Tras un tiempo en el que el estancamiento de la población occidental era insostenible, se abrió con facilidad la idea de crear vida humana."
Después de esta introducción, les hizo pasar a una sala en la que se proyectaba un vídeo con una explicación del proceso para crear un ser humano utilizando células y restos de otros animales. Abel antes pensaba que no había nada mejor que la aparición de un reto para agudizar el ingenio humano. Con el tiempo, llegó a la conclusión de que lo verdaderamente excitante para la mente humana es una situación desesperada.
Al terminar el vídeo, les sentó en una sala, y continuó con la explicación:
"Los primeros Alumbrados representaron una esperanza para la recuperación de la natalidad. Sin embargo, la obtención de restos orgánicos era lenta y complicada, debido a los costosos procesos de reutilización de restos animales, y a las complicaciones genéticas que a veces surgían por las diferencias entre las especies. Por esta razón, se lanzó el Programa Renacimiento, una oportunidad para que aquellos que tenían enfermedades terminales permitieran que sus cuerpos fueran usados como base para generar nueva vida. En lugar de donar tus órganos, generabas vida. El programa dio un salto, y los primeros resultados fueron alentadores, aunque las enfermedades de los donantes podían afectar al desarrollo del niño, y poner en riesgo el nacimiento del Alumbrado.
Fue por este motivo por el que se comenzó a proponer a aquellos que recurrían a la eutanasia que donaran sus cuerpos al programa. Fue un éxito; la idea de poder ofrecer una vida a cambio poner fin a la propia existencia, hizo que la mayoría de las personas aceptarán la propuesta. Así, gracias a la vida de esas personas nuevos Alumbrados, entre los que estaréis incluidos algunos de este grupo, nacieron. Esta nueva modalidad ha dado lugar al fin de ciertas polémicas como la adopción en terceros países o la gestación subrogada, ya que una maquina no sufre los 9 meses que dura la maduración del feto."
Nuevas corrientes de pensamiento habían surgido alrededor del Programa Renacimiento. Si eras pobre, podías ofrecer riqueza; si eras desdichado, podías dar una oportunidad de ser feliz; si eras viejo, podías dar juventud. Los sociólogos modernos teorizan sobre el nihilismo que apoderó a la sociedad en esa época, y cómo esta nueva iniciativa despertó el interés de muchos, quienes lo interpretaron como una suerte de reencarnación. Abel tenía su propia opinión: al igual que con las religiones, es reconfortante pensar que la muerte no es en vano.
Al final de la explicación abrió turno a preguntas. El primero en preguntar, un Alumbrado, quería saber cómo se decidían las características físicas que tiene un Alumbrado. Abel explicó que la política del Ministerio era utilizar los datos recopilados sobre los rasgos más comunes de los españoles para crear una población homogénea, y seleccionados después al azar por un algoritmo. Aunque esta información era pública, prefirió omitir que para reducir costes en el sistema sanitario, los niños nacían sin muchas de las enfermedades comunes. Abel sabía que esto generaba controversia en ciertos grupos, y había niños Naturales en la visita.
Luego, una Alumbrada preguntó por qué no se había decidido utilizar esperma y óvulos de donantes, en vez del método actual. Abel contestó que debido al volumen de nacimientos requeridos, no había suficientes donantes con buena capacidad reproductiva, y siempre existía el riesgo de consanguinidad, lo que provocaba inseguridad en la población.
Para variar, delegó la siguiente pregunta en el grupo de los Naturales. Una niña levantó la mano, y preguntó sobre el criterio para elegir cuántos Alumbrados nacían al año. El Ministerio debía alcanzar un mínimo anual de nacimientos, así que al comienzo del año se abría una lista de solicitudes para quién deseara adoptar uno. Los no adoptados, eran educados por el Estado.
La realidad era que el porcentaje de Niños Alumbrados en comparación con los Naturales cada vez aumentaba más, ya que muchos padres preferían este nuevo método, entre otros motivos por las ayudas que proporcionaba el Estado para los solicitantes. Abel veía esta tendencia cómo algo positivo, dado que permitía a los futuros padres centrarse en sus carreras laborales sin miedo a que fuera tarde para ser padres, además que evitaba que la madre pasara por el proceso del embarazo.
Ya iba siendo hora de seguir hacia la última parte de la visita, así que dejó la última pregunta al chico que más interés había mostrado durante el día. Preguntó que si era verdad que en China se utilizaban a opositores al régimen para generar nuevos Alumbrados. Abel no esperaba esa pregunta. Pensó unos segundos, tras lo que contestó que a pesar de las sospechas, aún no había podido ser confirmado esa acusación. No obstante, era un asunto muy serio, y había que dar gracias por vivir en una democracia con unos valores sólidos.
El resto de la visita transcurrió con normalidad, y terminó a mediodía. Tras despedirse del profesor y agradecer a los alumnos su visita, volvió a su despacho. Se puso a trabajar en un informe que tenía aún pendiente acerca de las previsiones de sectores con una fuerza laboral envejecida: la idea era evaluar si los Alumbrados no adoptados, que eran criados en las llamadas Casas del Estado, debían ser directamente educados para poder sustituir en un futuro a los trabajadores actuales.
En el pasado, se fiaba todo a que los avances tecnológicos podrían cubrir las vacantes que dejaría una sociedad cada vez más envejecida. La realidad fue que eso solamente pudo sustituir muchos de los trabajos más manuales, siendo insuficiente para los vacíos laborales que se generaron. Además, no se tuvo en cuenta que el dinamismo y la innovación que genera la juventud en la economía. "Necios", se decía Abel cuando tuvo que estudiar las primeras décadas del Siglo XXI para preparar la oposición.
Cuando estaba terminando el informe, alguien llamó a su puerta, y Abel le dio el paso. Era Mateo, amigo suyo desde la infancia y compañero suyo de la oposición. Se habían criado juntos y era de las pocas personas con las que Abel mantenía una estrecha confianza.
- ¿Te pillo bien? – preguntó Mateo.
-Sí, estaba acabando una cosa, pero dime – contestó Abel mientras cerraba el ordenador.
-Cristina y yo vamos a ser padres – dijo sonriendo Mateo.
Abel se levantó rápido a abrazarle.
- ¡Enhorabuena! ¿de cuánto está Cristina?
-Bueno, no está. Hemos decidido que vamos a ser padres – dijo Mateo riéndose – quizás debería haberlo dicho así.
Abel soltó una carcajada, y le cogió del hombro.
-Somos dos reputados miembros de un Ministerio enfocado al aumento de la natalidad, creo que sabes bien lo que tienes que hacer para tenerlo. Otra cosa es que Cristina te siga viendo atractivo y desee acostarse contigo, ahora que te estás quedando calvo- bromeó Abel.
-Pues ese es el tema Abel, que no hemos acordado como queremos tenerlo – dijo algo entrecortado Mateo – Venía a pedirte consejo. Eres como un hermano para mí, y sabes que valoro tu opinión.
-Claro Mateo, siempre hemos estado el uno para el otro desde pequeños, y te aconsejaré lo mejor que pueda – dijo Abel.
-Estuvimos el otro día hablando Cristina y yo, y en efecto ambos queremos ser padres. El problema surgió cuando le dije qué opción quería- en esta última frase, el tono de Mateo se volvió más serio- Ella me dijo que no había opción más que una: quería que fuera Natural.
-No me parece mal – contestó Abel – La maternidad sigue siendo una experiencia que por ahora la mayoría de las mujeres eligen, aunque ya sabes que yo pienso que la mayoría de los nuevos nacidos terminarán siendo Alumbrados.
-Y eso indican la mayoría de los estudios – suspiró Mateo – pero yo le repliqué que ella era algo mayor y podía suponer un riesgo. Dijo que ella no quería un hijo que no fuera suyo. Eso me ofendió un poco, y la conversación acabó ahí. No es que tenga un problema con que quiera que sea Natural, pero me dolió ese comentario sobre los Alumbrados.
-Mateo, os aprecio a Cristina y a ti mucho, y entiendo en parte su postura. El Programa Renacimiento ya es aceptado por la mayoría de la sociedad, pero suelen surgir fricciones en esta clase de situaciones. No soy padre, y aún no he encontrado a nadie con quién serlo, pero creo que esto debe ser una decisión de los dos- le contestó Abel mientras volvía a acercarse a su amigo – Cristina te quiere, seguro que no lo dijo para ofenderte.
Abel pensó durante unos segundos, y dijo:
Hacemos una cosa, si quieres, la llamaré y le comentaré que me parece bien la elección de tener un hijo de forma natural. En un momento, mencionaré que mi amigo Esteban tiene una clínica de fertilidad con la que pueden hacerle un análisis de su salud reproductiva. Si me hacéis padrino de la criatura, lo pago yo.
-Gracias Abel, de verdad – respondió Mateo –. Sé que Cristina no lo dijo con maldad, pero como puedes entender me molestó su comentario.
-Verás como no es nada – dijo Abel- Y entre tú y yo, muchas de las mujeres que se apuntan a la adopción vienen después de haberse hecho un análisis. El miedo puede quebrar cualquier convicción, aunque confío en que no sea así, y ella puede tener el hijo cómo desea.
-Gracias de nuevo Abel. No te molesto más – se despidió Mateo mientras cruzaba la puerta – Ibas a ser padrino aún sin pagar el análisis, pero ahora lo pongo como condición. Nos vemos.
A Abel también le había molestado algo el comentario de Cristina, pero había aprendido que el progreso son olas que van erosionando las rocas: es lento, pero imparable. "Si quieren otro, no les quedará más remedio que sea Alumbrado" pensó.
Finalmente, acabó el informe y dio por cerrada su jornada laboral. Al salir del Ministerio, sintió un golpe en la pierna. Al mirar hacia abajo, vio todo su pantalón manchado de pintura. Un grupo de manifestantes, no muy numerosos, se habían congregado frente a la puerta del Ministerio. Sostenían una pancarta que rezaba "No somos recursos".
La líder del grupo se acercó a Abel y empezó a insultarle. Abel le pidió que se calmará, y le preguntó:
- ¿Quiénes son ustedes?
-Somos Indeseados, Alumbrados que protestan contra la condena que hemos sufrido toda nuestra vida. No deberíamos existir-contestó la chica.
Abel había leído sobre ese grupo en uno de los informes ministeriales: no eran numerosos y se ajustaban al porcentaje típico de resistencia que suele surgir en cualquier programa. Abel solía considerar que la disidencia es la característica más difícil de eliminar de la genética humana.
-No entiendo cómo alguien puede sentirse condenado por existir-replicó Abel, mirándola con sorpresa.
La chica le miró con desprecio, y contestó:
- ¿Existir? Desde que nací, viví en una Casa del Estado porque nadie me quería, y el único propósito de mi nacimiento fue mejorar una estadística. Intentaron enseñarme la importancia de mi papel en la sociedad, pero lo único que veía era a un Estado que quería usarme como un simple reemplazo.
Abel dejó el maletín al lado, y sacó un pañuelo para intentar limpiarse la pintura. Se había enfrentado antes a personas que compartían el punto de vista de la chica, pero no esperaba que la conversación fuera a durar mucho. Mientras se frotaba la pierna, dijo:
-No eres una estadística, eres un ser humano como todos los demás. El Estado proporciona educación y una profesión a los Alumbrados no adoptados, y de hecho reserva altos cargos en la Administración Pública para ellos como recompensa. De verdad, no entiendo tu postura.
La chica suspiró y murmuró:
-Para ti es muy fácil decir eso. No entiendes lo que he vivido.
Abel sonrió mientras guardaba el pañuelo, y respondió:
-En realidad, sí. También soy un Alumbrado.
La mirada de la chica pasó del desprecio a la duda. Le observó detenidamente de arriba abajo.
- ¿Trabajas en el Ministerio? -preguntó la chica.
-Sí -respondió Abel.
- ¿Nunca fuiste adoptado?
-No.
La chica llamó al resto del grupo para que se acercaran y escucharan la conversación más de cerca. Cuando estuvieron cerca, preguntó:
- ¿No has pensado que eres una persona que ha nacido sin amor? -preguntó.
-Puede que no haya tenido unas figuras paternas al uso, pero mis compañeros de la Casa del Estado siempre fueron como mis hermanos. Gracias a su tutela, tuve una educación, y mi actual trabajo. Por otro lado, todos los Alumbrados nacemos de acto cuyo origen es el amor.
- No sé qué amor puedes ver en que alguien muera - replicó la protestante.
-Mi existencia puede tener su origen en el sacrificio de alguien. Es una elección consciente que se toma para proporcionar un nuevo futuro a otro. ¿No se sacrifican los padres por los hijos? Aquí es lo mismo.
-En este caso se sacrifica alguien que ya iba a morir, o alguien que estaba desesperado y encontró la salida en el programa – contestó la protestante.
-No sé qué hay de bueno en alargar la agonía, física o mental de alguien. Eso sí es cruel- contestó Abel.
Algunos de los acompañantes de la chica empezaron a pegar bufidos, y esta trató de calmarlos, puesto que no quería dar lugar a una pelea.
- ¿No te parece ni un poco triste nacer de la muerte de alguien? Es posible que hayas nacido de la frustración de otra persona, de alguien que tal vez solo necesitaba ayuda.
-La humanidad nunca ha evolucionado en base a arreglar lo roto, sino a inventar algo nuevo. Nacemos con el fin de conseguir lo que otro no pudo. Si tú no estás conforme con tu existencia, dale la oportunidad a otro-argumentó Abel, que empezaba a cansarse de la conversación, vista la incapacidad de los protestantes de entenderle.
La chica entendió también que la conversación no daba más de sí, y dijo:
- ¿No encuentras perturbador nacer de los restos de otro?
Abel cogió su maletín, y mientras se marchaba susurró:
- ¿No hizo Dios a Adán del polvo de la tierra?